
Casos sin resolver T3: Una madre fuerte · Escrito con sangre 73213t
Descripción de Casos sin resolver T3: Una madre fuerte · Escrito con sangre c461s
En julio de 1997, el violento asesinato de Tiffany Johnston, de 19 años, conmociona a la pequeña ciudad de Bethany en Oklahoma. En julio de 1970, el violento asesinato de Loretta Jones, madre soltera, deja huérfana a Heidi Jones, de cuatro años. Casi 40 años después, Heidi se compromete a resolver el caso de su madre. 4u6e64
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Contenido de este programa puede herir la sensibilidad del espectador.
Todo el mundo decía que Tiffany era mi sombra.
A donde quiera que iba, Tiffany venía conmigo.
Fue muy difícil asimilar su asesinato.
La policía no sabía a quién buscar.
Era otro caso más sin resolver.
Cuando me desanimaba, pensaba, tal vez debería rendirme.
Pero entonces mi sangre india se revelaba y salía y hablaba con la naturaleza.
Con Tiffany.
Y los pájaros rojos venían al jardín, un símbolo de que un ser querido está cerca.
Y me decía, no voy a rendirme, encontraré al que te hizo esto.
Hay más de 100.000 crímenes sin resolver en Estados Unidos.
Solo se resuelve el 1%.
Este es uno de ellos.
Casos sin resolver.
Una madre fuerte.
Es casi medianoche y el sargento John Reed acude a un aviso en Bethany, Oklahoma, un barrio residencial de Oklahoma City.
Mientras conduce, ve algo extraño en el lavadero de coches Sunshine.
Había un Dodge Neon blanco aparcado en uno de los extremos, pero no había nadie cerca.
No le di más importancia.
Después de asistir al aviso, pasé de nuevo por el lavadero de coches Sunshine y ese mismo Dodge Neon blanco seguía en el mismo sitio.
El Dodge Neon es el único vehículo que queda en el lavadero.
Envíe el número de matrícula a la comisaría.
El coche está registrado a nombre de Tiffany Johnston, de 19 años.
Reed encuentra las llaves y el bolso de Tiffany en el coche.
En la guantera localiza el número de teléfono de la madre de Tiffany, Kathy, que vive a 100 kilómetros en Anadarko, Oklahoma.
Recibí una llamada de la policía de Bethany preguntando si Tiffany estaba conmigo.
Le dije que no, que se suponía que estaba con su marido.
Iban a ir a un pequeño club, tipo discoteca, al que siempre iban a las 11 de la noche, porque era cuando Ryan salía del trabajo.
Te despiertas en mitad de la noche queriendo saber si tu hija está bien, pero algo te dice que no.
En aquella época teníamos buscapersonas.
No había teléfonos móviles, así que quemé su buscapersona.
Y después, cuando llegué a casa, no había teléfonos móviles, así que quemé su buscapersona intentando que respondiera.
Pero su buscapersona estaba en el coche, así supimos que pasaba algo malo, porque Tiffany siempre llevaba su buscapersona encima.
Aún así, me resistía a pensar lo peor.
Para Tiffany, todo el mundo era su amigo.
Era habladora, alegre, extrovertida y bastante segura de sí misma.
Era testaruda.
No se echaba atrás ni cedía ante las presiones.
Tiffany decía lo que pensaba y eso lo aprendió de mí.
Nos gustaban las mismas cosas.
Yo era la mejor amiga de Tiffany.
Las dos éramos traviesas y nos gustaba quedarnos despiertas hasta tarde.
Cuando fuimos un poco más mayores, íbamos a salas donde se bailaba country.
Ella había conocido a Ryan en un pequeño club tipo discoteca que dividía a los clientes entre mayores y menores de 21 años.
Yo fui al instituto con Ryan, los dos estudiamos en Moore High School, teníamos el mismo círculo de amigos.
Era un chico tranquilo, algo reservado.
Pero Tiffany y Ryan se llevaron muy bien al instante, conectaron y desde entonces fueron inseparables.
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