Trending Misterio
iVoox
Descargar app Subir
iVoox Podcast & radio
Descargar app gratis
Relatos "Un instante antes del alba"
La carta olvidada

La carta olvidada vx1k

14/5/2025 · 16:02
0
12
Relatos "Un instante antes del alba"

Descripción de La carta olvidada 5n4q49

La carta olvidada Lo que es la vida, y cómo nos sorprende. Hasta aquel día, siempre había creído que mis padres habían gozado de una vida tranquila, casi perfecta, como esas parejas que envejecen entre risas y domingos soleados. Descubrí aquella carta por casualidad, buscando unos papeles viejos en el altillo del armario, sin imaginar que me toparía con una herida sellada en tinta. 352td

Lee el podcast de La carta olvidada

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

La carta olvidada, lo que es la vida, y cómo nos sorprende.

Hasta aquel día, siempre había creído que mis padres habían gozado de una vida tranquila, casi perfecta.

Como esas parejas que envejecen entre risas y domingos soleados.

Descubría aquella carta por casualidad, buscándonos papeles viejos en el artillo del armario.

Sin imaginar que me toparía con una herida sellada en tinta.

La leí de pie, con las piernas temblorosas.

Como si el suelo comenzara a desvanecerse bajo mis pies.

Cada palabra fue un golpe seco a esa imagen idealizada que tenía de ellos.

Aquellos párrafos cambiaron para siempre mi forma de mirar el pasado y el presente.

Y lo más importante, abrieron mis ojos de adolescente rebelde.

Desde este lugar del mundo, 7 de agosto de 1996.

Hola cariño, he dudado mucho si debía escribirte esta carta.

Pero confieso que aún tengo la ilusión de volver a verte.

Y darte las explicaciones que se quedaron a medias la última vez que estuviste entre mis brazos.

Llevo demasiado tiempo arrepintiéndome, reviviendo una y otra vez ese gesto de desprecio e ira con el que te aparté.

Todo por estos nervios que tan habitualmente juegan conmigo.

Son mis malditos fantasmas.

Una sentencia heredada, tan inoculada en mi riego sanguíneo que no la controlo.

Tú sabes que lo he intentado durante años, reprimiendo al demonio que posee esta relación fuera de tono.

Destrozando todo a su paso.

Lo siento con todo el alma.

Cuando te vi en el suelo, gritando, asfixiada por tus desprecios hacia mí, debería haberme quedado.

Sin embargo, cerré la puerta de un portazo y huí.

Tengo esos segundos posteriores grabados en mis tímpanos, atormentándome sin piedad.

Tu voz rebotó en el rellano, corrió veloz piso por piso, alertando a los vecinos de que la batalla acababa de empezar, una vez más.

Temí ser descubierto al alejarme, y los intervalos en los que la luz se apagaba fueron el camuflaje perfecto para salir del portal, como una sombra que rehúye al sol.

Me observo ahora y doy pena, veo un cobarde.

Pero no sé de qué manera enfrentarme a lo que nos sucede.

Yo continúo enamorado de ti, te amo con locura.

Cuando cierro los ojos, tu silueta aparece resplandeciente en mi retina.

Es como un gran escaparate en el que puedo ver todas las virtudes por las que te elegí, y son muchas, lo sé.

Soy consciente de que todo eso sucedió hace más de tres décadas.

Entonces éramos unos niños y me enamoré.

Pero esos sentimientos no han rebajado su intensidad.

No hay nada más excitante en este mundo que apoyar mi cabeza sobre tu pecho y contar los latidos de tu corazón.

Daría todo lo que poseo, que ya no es mucho, por regresar a esa época.

Adolescentes cautivados por los primeros besos de amor.

Mi piel se eriza con solo pensarlo.

Dios, cómo te quiero.

Y en otras ocasiones te llevaría directo al infierno, preso de la impotencia que devoran mis neuronas, dispuesto a dejarte allí, atada para siempre, entre las llamas que incineran los pecados.

¿Tú entiendes algo, cariño? Yo no.

O quizás sí lo entiendo todo.

Es posible que esté desequilibrado.

Ya ves, estoy hecho un verdadero lío.

Me pongo a escribirte para pedirte perdón y acabo en las mismas contradicciones de antaño, que se repiten en bucle día tras día.

No llevo la cuenta de las veces que he visto nuestras sábanas empapadas de rojo, de ese color carmesí que brota de tus heridas y que dramatiza la situación hasta cuotas más terroríficas.

Reconozco que la sangre da un toque macabro a todo, pero tanto me acostumbré a esas escenas que pienso que ya no eran responsabilidad mía.

De hecho, me juzgué y salía suelto.

Un juicio rápido en el que las pruebas no me acusaban directamente.

Porque estoy convencido de que no le puedo echar la culpa de todo a mi educación y a las raíces.

Comentarios de La carta olvidada 554m5j

Este programa no acepta comentarios anónimos. ¡Regístrate para comentar!