Audiolibro : Las puertas blancas (capítulo 1) de Luis Martínez Vallés 5bw6a

Capítulo uno fran era un hombre que creí vivir una vida ordinaria como cada día a la misma hora se disponía montar en su automóvil para dirigirse a su lugar de trabajo esa era la rutina más que nuevas jornadas le parecían repeticiones del mismo capítulo en ese momento casi alcanzaba a los cuarenta años y llevaba varias frustraciones acumuladas en sus fuerzas eran ya varios años trabajando en la instalación de sistemas eléctricos desde cumplido los dieciséis cuando su padre le inculcó el oficio y aunque no era el peor trabajo del mundo francia ahogaba en la tristeza de dedicar la vi elaborarla algo que no le motivaba en absoluto no podía evitar tener la cabeza ocupada en el sony acciones oscuras donde su vida caía por un sumideros sin poder controlar el arrojo de amaneceres que no volverían nunca aquel día la pesado hombre el embargaba de una manera plomizo y quizá por ese motivo su conducción pasó a ser un reflejo automático que no le dejó prestar la adecuada atención el día a día de fran no era ningún cuento de hadas era consciente de que quizá era exagerado compararlo a un penoso transcurrir por el infierno pero entendía que le faltaba algo alguna pieza que completa su puzzle le dolía aceptar el hecho de encontrarse ante un viaje que apenas significará una miserable muestra en la historia del mundo pero se resigna b lo ineludible nuestras vivencias sólo son importantes en la historia particular de cada uno no iba a ser más trascendente que el aleteo de una mariposa en mitad de un bosque cuando nadie la radio le sacó de en su en sí misma miento el sonido de las carcajadas de los locutores le hizo distraer sus pensamientos terroristas al menos alguien reía o intentaba vivir con menos tristeza entonces reparo en que las caras de la mayoría de los conductores que alcanzaba a haber estaban sur casas por distintos gestos pero nadie reía algunos se le veía expresado algunos hablando incluso gritando sin parar hacia sus teléfonos otros somnoliento que hemos te dejaban sin taparse con la mano anteojos curiosos sin embargo los más representados eran aquellos que tenía en la tristeza impresa en sus facciones y eran los que más llamaban su atención se detuvo ha alertado por una luz brillante que impactó en sus pupilas como un rayo láser era el semáforo pero ese tono rojo siempre le desagrada la mayoría del tiempo procuraba no mirar la esfera sino detenerse en el movimiento de los coches que cruzaban delante de él llevando el camino puesto al suyo la sorpresa al día salto escucho un cierre inmenso no tuvo que deducir en exceso para saber de qué se trataba un coche frenaba con mucha fuerza cerca de él mucha gente dice que los últimos instantes que suceden antes de morir ven pasar una película en su cabeza con sus vivencias y experiencias todo en un segundo pero solo vio una imagen mostrada a cámara lenta en primer plano una rueda desgastando se en su roce contra el asfalto despidiendo pequeñas virutas y fragmentos de caucho el humo producido por el intenso calor brotaba como pequeñas nubes despedidas con intensa rabia luego no hubo nada más que un golpe despertó aturdido comenzó pestañear de forma repetida su visión no le dejaba adivinar nada aparte de su propio cuerpo se encontraba en un lugar por completo blanco sin horizonte visible por ninguno de los flancos se incorporó para intentar adivinar algo están de pie era imposible distinguir nada en toda su extensión al menos hasta donde podía ver qué es esto se preguntó dónde estoy observo su mano deseando contemplar algo tangible movió los dedos mientras las preguntas azotaban su cerebro esta situación no tenía ninguna explicación para el un momento el semáforo recordó de repente pero no puede ser estoy consciente que cojones este sitio tan raro se detuvo con un temor organizado en el pecho un miedo que le hizo sopesar una realidad con la que no esperaba lidiar no es posible que acaso de muerta se masaje hola tienes y que hago ahora frank estaba intranquilo y comenzó a andar en círculos reparo en el o de sus pies existía algo que le hacía mantenerse sobre un suelo que no llegaba a haber se agachó a ras y mirando con los ojos cerrados se adivina una textura sí mismo