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VACELAR
75 x CINCO AÑOS DESDE LA PANDEMIA QUE NOS CAMBIÓ LA VIDA

75 x CINCO AÑOS DESDE LA PANDEMIA QUE NOS CAMBIÓ LA VIDA 44xv

20/3/2025 · 42:17
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VACELAR

Descripción de 75 x CINCO AÑOS DESDE LA PANDEMIA QUE NOS CAMBIÓ LA VIDA 6f4t3w

Recordando a su padre que falleció en plena pandemia (aunque no de COVID), solo en su casa, y con la cadera rota, por un "protocolo" del Principado de Asturias (que no de Ayuso) y un Estado de Alarma que impedía tuviera compañía, Vacelar hacer un homenaje y recuerdo a todo lo padecido aquellos días de hace cinco años. Ello viene como consecuencia de los "fastos" de recuerdo que el Gobierno (RTVE mediante) ha realizado de esta triste efeméride, pero centrándolo en la oposición a Ayuso. Vacelar analiza con datos lo sucedido en la pandemia, haciendo frente al relato imperante que nos hace creer que gente como Simón actuaron con competencia, o que el Estado de Alarma (declarado inconstitucional) era el único instrumento para hacer frente a pandemia. Todo muy políticamente incorrecto. 2p53f

Lee el podcast de 75 x CINCO AÑOS DESDE LA PANDEMIA QUE NOS CAMBIÓ LA VIDA

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Mi padre falleció el 12 de abril del año 2020, lo hizo en lo peor de la pandemia, lo hizo en su casa en Oviedo, Asturias, comunidad autónoma regida por el Partido Socialista y bajo un estado de alarma decretado por el Gobierno de la Nación.

Mi padre no murió de COVID, no, no murió de COVID. Mi padre se había roto previamente la cadera, lo mandaron para casa y posteriormente, según consta en el certificado de defunción, murió en la cama sobre las 11 de la noche del domingo 12 de abril del año 2020 por fallo multiorgánico, según, insisto, consta en certificado de defunción.

No lo podían tener atendiéndole de la rotura de cadera en el hospital y tampoco le podían operar en el hospital. Insisto, no murió de COVID, no tuvo nunca diagnóstico de COVID y nunca dio positivo en COVID. Cuando murió no tenía ningún síntoma de COVID ni tenía fiebre de COVID. Murió en su cama, lo cual es un lujo teniendo en cuenta que otros no tuvieron esa suerte.

Murió con 82 años, ese mismo año hubiera cumplido 83 a los 5 meses. Murió solo con una cuidadora que por su relación laboral le permitían estar allí. No murió acompañado de ninguno de sus hijos. Yo no me podía desplazar. Estaba en Madrid y el estado de alarma me lo impedía. Insisto, no murió de COVID ni en una residencia.

Murió solo en su casa, eso sí, y con lesiones muy graves derivadas, insisto, de una rotura de cadera ya que no le podían atender en un hospital. Por decisión de un protocolo no sé si daba vergüenza o no, no lo voy a calificar, de un protocolo que istraba una comunidad autónoma que, insisto, estaba y está regida por el Partido Socialista.

A mi padre creo que no lo han computado como muerto del COVID. Bien hecho, puesto que, insisto, no murió de COVID, según consta en los certificados médicos de defunción.

Pero sí murió solo, murió sin atención médica y murió en su casa, sin que nadie, ninguno de sus hijos pudiera atenderle ni cogerle de la mano. Posteriormente a fallecer empezó un vía crucis para el que les habla, que estando a 451 kilómetros tenía que gestionar ese fallecimiento con las autoridades. Fue llevado al crematorio de San Salvador, al taratorio barra crematorio de San Salvador de Oviedo, y se pusieron en o conmigo para decirme qué es lo que yo quería hacer con el cuerpo. Insisto, después de llevarlo allí, sin mi autorización, por cierto, lo llevaron allí. Yo les manifesté que teniendo sepultura en Madrid, donde yo me encontraba y donde estaba enterrada mi madre, les manifesté mi deseo de que el cuerpo fuera trasladado a Madrid.

Como suele ser habitual en estos casos, me indicaron que no sabían si el seguro de decesos que tenía mi padre podría cubrir dicho traslado o no. Como es lógico, creo yo, en alguien de mi situación, con todo lo respecto, siempre que se tenga la capacidad económica para ello, les dije que me importaba un pimiento si lo cubría el seguro o no, porque ya lo pagaba yo.

De manera que rogué que el cuerpo de mi padre, bueno, rogué no, solicité la contratación del servicio de que el cuerpo de mi padre fuera trasladado en coche fúnebre de Oviedo a Madrid, para que aquí se le pudiera no ya velar, porque los velatorios estaban prohibidos, pero se le pudiera incinerar, si es posible conmigo delante, y luego darle cristiana sepultura al lado de su mujer, es decir, mi madre.

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