
Descripción de 47 La traicion. 5o5a4s
Stephen King logra crear una atmósfera inquietante y claustrofóbica alrededor de este automóvil diabólico. Su forma de narrar es única, y la evolución de los personajes, especialmente la de Arnie, es fascinante. La novela nos sumerge en los tortuosos caminos de la adolescencia, donde las pasiones y las obsesiones pueden tener consecuencias mortales. Además, la relación entre Arnie y Christine es perturbadora y adictiva. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/497413 3dc56
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Diabólica las noches, Derechador. La obra del espanto.
Un encuentro con la literatura del cielo en lo fantástico.
Novela, cuento, leyendas, relatos de los grandes genios de la literatura universal.
Quedas con tu anfitrión, Reinaldo Martínez.
47. La traición.
La besé. Sus brazos rodearon mi cuello.
Una de sus frescas manos apretó suavemente mi nuca.
Ya no tuve ninguna duda sobre lo que nos ocurría, y cuando ella se apartó ligeramente de mí, con los ojos medio cerrados, comprendí que tampoco ella la tenía.
Denis murmuró, y volví a besarla.
Nuestras lenguas se juntaron suavemente.
Por un instante, su beso se intensificó.
Pude sentir la pasión que pronunciaban aquellos pómulos salientes, entonces jadeó un poco y se echó hacia atrás.
Basta, dijo. Nos detendrán por escándalo público o algo parecido.
Era el 18 de enero.
Aparcamos detrás del kentucky local, con los restos de una excelente comida a base de pollo esparcidos a nuestro alrededor.
Estábamos en mi duster, y esto era un acontecimiento para mí.
Era la primera vez que estaba detrás del volante desde el accidente.
Precisamente aquella mañana, el médico me había quitado la escallola de mi pierda, sustituyéndola por una.
Me advirtió severamente que no me lo quitara, pero estuve seguro de que se sentía satisfecho de mi estado.
Mi recuperación se había adelantado un mes a lo previsto.
Él lo atribuía a una técnica superior, mi madre al pensamiento positivo y al caldo de pollo.
El entrenador Puffer, al escaramujo.
Yo pensaba que Lake Cabot había influido mucho en ello.
Tenemos que hablar, dijo ella.
No, averigüemos un poco más.
Hablemos ahora y averiguaremos después.
¿Ha empezado de nuevo? Lake ya sintió con la cabeza.
En las casi dos semanas transcurridas, desde mi conversación telefónica con Levi, las dos primeras semanas del curso de invierno, Arnie se había esforzado en lograr un approachment con Lake, y el esfuerzo había sido tan intenso que nos había asustado a los dos.
Yo había referido a Lake en mi conversación con Levi, pero no, como ya he dicho, mi terrible vuelta a casa en la mañana.
Y había dejado bien claro que en modo alguno podía romper simplemente con él.
Esto le pondrá furioso.
Y ahora, cuando Arnie se enfurecía con alguien, cosas desagradables podían ocurrirle a este.
Parece que le estamos engañando, dijo ella.
Lo sé, repliqué, con mayor viveza de lo que pretendía.
No me gusta, pero no quiero que aquel coche vuelva a circular.
Y bien, meneé la cabeza.
En verdad, empezaba a sentirme como el príncipe Hamlet, buscando dilaciones una y otra vez.
Desde luego, sabía que había que hacerlo.
Había que destruir a Christine.
Lake y yo habíamos considerado varias maneras de hacerlo.
La primera idea había sido de Lake.
Cocteles Molotov.
Llenaríamos unas botellas de vino con gasolina, dijo.
Las llevaríamos a la casa de los Cunningham de madrugada y encenderíamos las mechas.
¿Mechas? ¿Qué mechas? Le pregunté.
De coctex taríado, respondió al punto, asombrándome una vez más con su desfachatez.
Y las arrojaríamos a través de las ventanillas de Christine.
¿Y si los cristales de las ventanillas estuvieran subidos y las puertas cerradas? Le pregunté.
Eso sería lo más probable.
Me miró como si fuese un imbécil total.
¿Vas a decirme, preguntó, que te parece bien la idea de volar el coche de Arnie, pero tienes escrúpulos morales de romper unos cristales? No, repliqué.
¿Pero quién se acercará lo suficiente para romper el cristal con un martillo, Lake? Tú.
Me miró, mordiéndose el suave labio inferior.
No dijo nada.
La idea siguiente había sido mía.
Dinamita.
Lake lo pensó y sacudió la cabeza.
Creo que podría conseguirla sin grandes dificultades, expliqué.
Seguía viéndole de vez en cuando a Brad Jefferies y Brad va todavía para PennDOT.
Y PennDOT tenía dinamita bastante para lanzar a la luna el estadio de los tres ríos.
Comentarios de 47 La traicion. 6x371i