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La hora del espanto
40 Arnie metido en problemas.

40 Arnie metido en problemas. 6r1135

17/2/2025 · 34:28
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La hora del espanto

Descripción de 40 Arnie metido en problemas. 2v3p3e

Stephen King logra crear una atmósfera inquietante y claustrofóbica alrededor de este automóvil diabólico. Su forma de narrar es única, y la evolución de los personajes, especialmente la de Arnie, es fascinante. La novela nos sumerge en los tortuosos caminos de la adolescencia, donde las pasiones y las obsesiones pueden tener consecuencias mortales. Además, la relación entre Arnie y Christine es perturbadora y adictiva. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/497413 6t4m3v

Lee el podcast de 40 Arnie metido en problemas.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Diabólica las noches, Derechador, el espanto.

Un encuentro con la literatura del género de lo fantástico.

Novela, cuento, leyendas, relatos de los grandes genios de la literatura universal.

Quedas con tu anfitrión, Reinaldo Martínez.

40. Arnie metido en problemas.

Rudolf Junkins y Rick Messer, de la Policía del Estado de Pensilvania, Departamento de Detectives, estaban sentados tomando café la tarde siguiente en una pequeña oficina deprimente cuyas paredes estaban medio despintadas.

Afuera caía una triste mezcla de agua nieve y helada.

Estoy seguro de que este va a ser el fin de semana, dijo Junkins.

Ese Chrysler ha estado rodando cada cuatro o cinco semanas durante los últimos ocho meses.

Entiende que atrapar a Darnell no tiene nada que ver con la obsesión tuya sobre el chico.

Los dos son casos diferentes.

Para mí son la misma cosa, replicó Junkins.

El chico sabe algo.

Si consigo que abre el pico, a lo mejor descubro lo que es.

¿Opinas que tenía un cómplice? ¿Alguien que utilizó el coche y mató a esos chicos mientras él estaba en el torneo de ajedrez? Junkins movió la cabeza en además negativo.

No, maldita sea.

El chico solo tiene un buen amigo.

Está en el hospital.

No sé qué pensar, excepto que el coche estaba implicado de alguna manera, y el chico también.

Junkins dejó su vaso de plástico y alzó el dedo apuntando al hombre que estaba al otro lado de la mesa.

Cuando consigamos cerrar ese lugar, quiero un equipo de seis personas del laboratorio, técnicos, que lo examinen milímetro a milímetro, por dentro y por fuera.

No quiero en un elevador.

Quiero que busquen abolladuras repintadas y sangre.

Eso es lo que realmente deseo.

Solo una gota de sangre.

Ese chico no te es nada simpático, ¿verdad? Pregunto Rick.

Junkins soltó una risita turbada.

Mira, la primera vez sí me cayó bien.

Simpaticé con él, y hasta me dio pena.

Tuve la impresión de que quizás estaba protegiendo a alguna otra persona que le tenía traído de alguna manera, pero esta vez no me ha gustado.

Estuvo pensándolo, y tampoco me gustó ese coche.

La manera en que tocaba el auto cada vez que yo creía que ya le tenía cogido es algo, algo siniestro.

Rick manifestó.

Mientras no te olvides de que es Darnell el tipo que tenemos que atrapar, nadie más en Harrisburg tienta el menor interés por ese chico tuyo.

Lo recordaré.

Convino a Junkins.

Tomó de nuevo su café y miró a Rick con gravedad.

Porque ese chico es el camino hasta el final.

Voy a crucificar a la persona que mató a esos chicos, aunque sea la última cosa que haga.

A lo mejor esta semana no saldrá, dijo Rick.

Pero salió.

Dos policías de la brigada criminal del estado de Pensilvania estaban sentados en una furgoneta Datsun de cuatro años en la mañana del sábado, 16 de septiembre, vigilando al Chrysler negro de Darnell mientras salía por el portón a la calle.

Caía una suave llovizna.

No era lo bastante fría para hacer aguanieve.

Era uno de esos días nublados en que resulta imposible decir en dónde terminaban las nubes bajas y en dónde comenzaba la niebla.

El Chrysler, adecuadamente, tenía encendidas las luces de posición.

Arnie Cunningham era un conductor eficiente.

Uno de los policías alzó un receptor transmisor hasta sus labios y habló.

El chico acaba de salir en el auto de Darnell.

Estén atentos y preparados.

Siguieron al Chrysler hasta las setenta y seis.

Cuando vieron que Arnie se metía en la rampa en dirección este, indicando el camino hacia Harrisburg, giraron por la rampa oesta hacia Ohio e informaron.

Abandonarían esa carretera hacia las setenta y seis por una salida que había cerca y volverían a su posición original cerca del garage de Darnell.

De acuerdo, llegó hasta ellos la voz de Junkings.

Vamos a hacer una tortilla.

Veinte minutos después, mientras Arnie se dirigía a este, rodearon a una prudente y legal velocidad de ochenta kilómetros, tres policías con todos los papeles legales en regla.

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