1x3 El perro del terapeuta. Charlamos con Raimundo Guerra 5w671

Octaedro y Salud Mental, una serie del podcast de Octaedro.

Bienvenidas y bienvenidos a Octaedro Salud Mental, el podcast donde abrimos conversaciones sobre el bienestar emocional desde múltiples voces y miradas.

Hoy hablamos con el doctor Raimundo Guerra, psicólogo, antropólogo y psicoanalista, autor del libro El perro del terapeuta, una obra que cruza identidad, sufrimiento, redes sociales, subjetividad y también perros. Un libro que no ofrece recetas, pero sí muchas preguntas necesarias. Espero que lo disfrutéis. Bienvenido Raimundo.

Hola Paula, muchas gracias.

¿Qué tal? Es un placer tenerte aquí en la serie de podcast Octaedro Salud Mental.

Tu libro empieza con una sensación fuerte, la vida me resulta ajena. ¿Podrías contarnos de dónde nace esa experiencia y cómo se transforma en el núcleo del libro? Bueno, cuando la vida te es ajena, es el primer capítulo del libro, tenemos que pensar lo primero, para los que nos están escuchando, que yo cuando me pongo a escribir este libro es en forma de diario. Es decir, estoy contando en directo, todos los libros en directo durante un periodo de aproximadamente tres años, de un proceso de enfermedad que se me declara en febrero de 2022.

Cuando una persona, independientemente de la preparación mental que tenga y de la resiliencia como se dice hoy en día, sufre un episodio de este tipo, el sufrimiento te coloca en perspectiva normalmente. Si la cabeza está más o menos bien armada, los periodos de angustia son elevadísimos. Y si no está armada, pues tu mente corre el peligro directamente de fragmentarse. El tomar perspectiva sobre algo te da una sensación de surrealista, de realidad surrealista, valga el juego de palabras.

Entonces, ese sentir ajeno tiene que ver, por ejemplo, cuando tú estás en un sufrimiento muy duro, ver cómo hay personas o cómo la gente, o cómo en general, el sufrimiento de los demás suele ser por cosas bastante, en principio, inocuas. Ser visibles, tener visibilidad, tener protagonismo, querer llegar a un punto, por ejemplo, de fama. El libro también, con las redes sociales, está durante todo el libro refrendado.

Entonces, un juego que hago, es porque tengo sentido y humor, porque estaba bien ciego y bien fastidiado, pero es en directo coger Instagram y poner reels de una forma aleatoria e ir transcribiendo lo que veo y lo que comprendo o no comprendo de lo que veo. Lo que comprendo, lo principal, aunque la vida me es ajena, es cómo la gente llega a hacer una caricatura de sí misma, llega a hacer una exageración de quién es y eso tiene que ser un producto por internet, cuando en realidad lo que hacen es perderse a sí mismos de una manera absoluta, porque no son eso, claro.

Uno de los ejes del libro es la subjetividad como algo frágil, contingente, en permanente construcción y también moldeada por lo social. Hablas de cómo sufrimos por no poder ser quienes somos, pero también por no poder ser otro. Se da esta especie de paradoja. ¿Tiene que ver esto con el malestar moderno? Totalmente. Si hay algo que nos caracteriza como sociedad, al menos las sociedades occidentales, que están hiperglobalizadas y somos un calco y una imitación unos de otros, es cómo la subjetividad es vapuleada.

Para mí, lo digo en el libro, la subjetividad es un bien inmaterial de la humanidad. ¿Qué ocurre? Como digo, el libro es un diario donde yo empiezo contando lo que a mí me ocurre con una enfermedad recién declarada, pero eso me da lugar a contar otras historias, otros relatos, no centrarme en lo que a mí me pasa, sino que a mí lo que a mí me ocurre luego es un hilo secundario.

Voy dando voz a otros protagonistas, a otros sufridores. Esta subjetividad tiene que ver con un concepto muy en boga en la actualidad, que es lo traumático. Y tiene una relación directa, porque incluso colegas míos y psiquiatras también dicen o se atreven a decir que es traumático y que no es traumático. No, no. Hay tantos traumas como humanos en el mundo. Quiero decir, no hay un eje fundamental para decir lo que a ti te puede traumatizar. Eso depende de la persona. Hay personas que pueden soportar cosas horribles y, en cambio, pues igual una ruptura en la vida.