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10 Minutos con Jesús
07-06-2025 ¿A ti qué? - 10 Minutos con Jesús

07-06-2025 ¿A ti qué? - 10 Minutos con Jesús 52743

6/6/2025 · 10:16
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10 Minutos con Jesús

Descripción de 07-06-2025 ¿A ti qué? - 10 Minutos con Jesús 3k1z3h

** Ponte en presencia de Dios. Trata de hablar con Él. ** 10 minutos son 10 minutos aunque te puedas distraer. Llega hasta el final. ** Sé constante. El Espíritu Santo actúa “a fuego lento” y requiere constancia. Audios de 10 minutos que te ayudan a rezar. Un pasaje del Evangelio, una idea, una anécdota y un sacerdote que te habla y habla al Señor invitándote a compartir tu intimidad con Dios. Busca tu momento, piensa que estás con Él y dale al play. Toda la info en nuestra web: www.10minutosconjesus.org [email protected] Para recibir cada día tu meditación por Whatsapp pulsa aquí: http://dozz.es/nu36t 3n69q

Lee el podcast de 07-06-2025 ¿A ti qué? - 10 Minutos con Jesús

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes.

Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José, mi padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí. Pues Jesús me hizo mucha gracia recordar que el año pasado ya había comentado este mismo evangelio, el final del evangelio de San Juan. Lo recuerdas bien, cuando Jesús le ha anunciado ya a Pedro de que muerte iba a dar gloria a Dios y Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba. Y al verlo, Pedro dice a Jesús Señor, ¿y éste qué? Jesús le contesta, si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme. Jesús, qué buen momento antes de la venida del Espíritu Santo, estamos ya a las puertas de Pentecostés, darnos cuenta de cuánto nos quieres a cada uno como somos. Como Pedro, Dios tiene preparado para cada uno un plan con el que vamos a darle gloria. Y a veces, como Pedro, nos viene la tentación de mirar a los demás y preguntarle a Jesús, Señor, ¿y éste qué? Es una tentación muy frecuente.

Justo hace poco hablaba con una madre que me compartía su preocupación por su hijo. Es que me decía, se le ha metido en la cabeza que quiero a su hermano más que a él. Y este complejo de su hijo la lleva a mártir a la pobre, porque aunque tenga miles de muestras de cariño con su hijo, éste parece no estar nunca satisfecho, nunca convencido. Y pensaba yo, Jesús, cuántas trampas nos pone el enemigo en este campo. Tantas veces nos hace creer que los demás reciben más, los quieren más, que el césped del vecino es más verde, y el único que está verde de envidia soy yo, verde que nos quiere verde el enemigo. ¿Y qué consigue el diablo con esta envidia? Pues en primer lugar nos hace sufrir, y la mayoría de las veces sin motivo. Nos convence de que somos víctimas de una injusticia que nos llena de tristeza, porque por mucho que aquella madre le demuestre a su hijo cariño, éste siempre está convencido de la injusticia.

Haga lo que haga su madre, y sufre el niño y hace sufrir a su madre. Y la segunda consecuencia es que afecta la relación, la vacía de paz y la llena de desconfianza y de recelo. Y la víctima interpreta todo desde su prisma torcido, y hagan lo que hagan los demás, el envidioso sólo ve detrás más motivos para reafirmarse en su mala suerte y en su condición de víctima. Y como la relación queda viciada, lo normal es que se empiecen a crear distancias que, si no se corrigen, con el tiempo cristalizan en relaciones frías o incluso en rupturas. La envidia es una de las armas favoritas del enemigo para todas las relaciones familiares, de trabajo, de amistad, en definitiva esas en las que Dios te quiere feliz. Y si consigue el enemigo inyectar la envidia, poco a poco ese veneno irá surtiendo efecto en malos entendidos, discusiones, todo tipo de efectos que todos van notando y van creando espacios, distancias.

La envidia nos lleva a juzgar las acciones y los motivos de los demás, y cuántas veces nos damos cuenta más tarde que nos habíamos montado una película en la cabeza, que hacemos juicios temerarios porque sólo Dios sabe lo que hay en el corazón de los demás, lo que tienen de bueno en su vida y los sufrimientos que todos pasan. Me contaba un sacerdote esta anécdota. Estaba un padre con su hijo pequeño de la mano, esperando a cruzar la calzada, cuando vio aproximarse un hombre conduciendo un deportivo descapotable espectacular y a su lado una mujer guapísima. El padre miró a aquel hombre con envidia y le dijo al pasar con su descapotable, ¡qué suerte tienen algunos! Lo que no se esperó es que aquel hombre se paró en seco, se bajó del coche y le dijo al padre, ¿le gusta el coche? Se lo cambio por su hijo. El padre lógicamente se quedó sin palabras y el señor del descapotable le aclaró, mire usted, no me ha ido mal en el mundo de los negocios, pero por mucho dinero que tenga, no he podido tener nunca un hijo. No quería perder la oportunidad de darle la enhorabuena al ver que usted tiene uno.

Volvió a subir a su coche y se fue.

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