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Crónicas de Genteovejuna (audiolibros y relatos)
02 El último contrato - relato de Iván Guevara - Crónicas de Genteovejuna

02 El último contrato - relato de Iván Guevara - Crónicas de Genteovejuna 6o5e

14/3/2025 · 14:13
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Crónicas de Genteovejuna (audiolibros y relatos)

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«El último contrato» es un relato que pertenece al libro «Genteovejuna, país de felices sin perdices», de Iván Guevara y con ilustraciones de Txiki González. Para conseguir o buscar más información sobre este o cualquiera de los libros que editamos, visite nuestra página web: https://genteovejuna.com La voz lectora pertenece a Alfonso M. González: https://www.segasaturnoproductions.com «Empezando a escribir» es el podcast de Alfonso que recomendamos: https://go.ivoox.futbolgratis.org/sq/1554845 (en el audio se lo menciona con el nombre cambiado; pedimos disculpas). Encuéntrenos en Facebook: https://www.facebook.com/groups/Genteovejuna.Pulp.CF e Instagram: @ivan.guevara.genteovejuna Música final: https://dzr.page.link/PtYbfNjur1NzdXWX9 2z304z

Lee el podcast de 02 El último contrato - relato de Iván Guevara - Crónicas de Genteovejuna

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

El último contrato. El señor Travis me hizo aquella llamada en persona.

Yo había trabajado varias veces para su organización, pero jamás había visto al gran capo. Una semana atrás me hubiese acojonado, ahora me daba igual. Mi tos perruna no hacía más que recordarme las palabras del médico el día anterior mientras miraba mis radiografías.

Intenta disfrutar al máximo el próximo año, Gino. Difícilmente habrá otro para ti. Malditos cigarrillos. Nunca pensé que me retiraría a los 42. Yo, que le he dado el pasaporte a tantos tipos importantes. No dejaba de ser irónico que mi último contrato lo firmase una puta enfermedad.

Al menos ya no tenía que temer a los traidores ni a la policía. Tenía algo ahorrado para mi jubilación y si Travis pensaba en retirarme antes de tiempo, sería más un favor que otra cosa para evitarme el sufrimiento. Ya no había nada que pudiese asustarme. Travis tenía su oficina en la trastienda de uno de los clubes nocturnos de la organización. Allí me citó a las dos de la tarde. Me sorprendió encontrarle solo, sin ninguno de sus matones.

Cien de los grandes para ti si haces el trabajo limpiamente, me dijo al entregarme el plano junto con la fotografía del automóvil. Una bala de 100.000 dólares es una bala que mata a alguien importante. Comenté. Era la primera vez que me ofrecían semejante suma por un contrato. No dejaba de ser providencial. Podría disfrutar de mi jubilación a cuerpo de rey. Aquello era más que suficiente para darme la gran vida durante la pequeña vida que me quedaba.

Importante o peligroso, dijo Travis. A veces necesitamos retirar a un tipo discretamente. He preparado todo para que no corras riesgos, Gino. Estarás a solas con el cliente cuando suceda. Pero si alguien, quienquiera que sea, llega a enterarse de que has sido tú quien hizo el trabajo, no doy un céntimo por tu vida.

Hace una semana me hubiera cagado en los pantalones al escuchar algo así. Ahora me hacía gracia. Cerramos el trato como caballeros, con un apretón de manos. El grotesco diamante que Travis usaba en su anular me hizo un pequeño corte al rozarlo. No dije nada.

Recuerda coger el maletín que encontrarás en el coche antes de abandonar la escena, dijo el viejo mirándome fijamente a los ojos. Es un detalle esencial. Miré el plano y la fotografía al regresar a mi apartamento.

El coche era un Ford Mustang gris del 70. Memoricé la matrícula. El plano señalaba un cobertizo en ruinas del antiguo puerto abandonado. Me pregunté cómo habría hecho Travis para que nuestro hombre accediera a quedar en aquel sitio por la noche. Era una boca de lobo.

Quizás lo que fuera que hubiese dentro del maletín debía ser ocultado a cualquier precio. Igualmente mi víctima estaría alerta. Algo sospecharía. Debían darme con cuidado si quería salir airoso de mi último trabajo.

Travis cumpliría su promesa en cuanto a la ausencia de testigos, pero nadie paga cien de los cien.

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