IMHOTEP habla: ciencia, pirámides y alienígenas 🛕🧠✨ 2iv1s

Damas y caballeros, seres del presente, amantes del misterio y seguidores de los plot twists arqueológicos, hoy tenemos una entrevista fuera del tiempo, literalmente.

Imagina que Elon Musk, Leonardo Da Vinci y el Doctor House se fusionaran, pero con falda de lino, papiros y mucho incienso.

Señoras y señores, hoy entrevistamos a Imhotep.

Sí, sí, ese Imhotep, arquitecto de la primera pirámide de piedra de la historia, médico, astrónomo y, por si fuera poco, divinizado tras su muerte.

O sea, básicamente el primer influencer del antiguo Egipto, pero sin TikTok.

Vamos a hablar de ciencia y tecnología antes de la ciencia y la tecnología.

¿Sabías que los egipcios ya usaban conceptos de geometría avanzada miles de años antes de Euclides? ¿Qué alineaban templos con precisión astronómica sin telescopios? ¿Y que conocían prácticas quirúrgicas con cuchillos de obsidiana? Pero también le preguntaremos cosas incómodas.

¿Qué opina de que digan que las pirámides las construyeron los extraterrestres? ¿Se ofende cuando ve a un influencer bailando con filtros dentro de su pirámide? ¿Y qué diría al descubrir que los faraones ya no descansan en paz, sino en vitrinas con aire acondicionado? Abrimos las puertas del tiempo, sacamos brillo a los jeroglíficos y hoy Imhotep habla por fin.

Imhotep, bienvenido a nuestro podcast de entrevistas imposibles.

Sabemos que usted fue arquitecto, médico, sacerdote, astrónomo… Pero ¿qué hacía primero al levantarse por la mañana? ¿Revisaba planos o embalsamaba momias? Al amanecer recitaba un himno a Ra, me lavaba con agua del Nilo.

Filtrada, por supuesto, no somos salvajes.

Y revisaba los planos de la pirámide, mientras me tomaba un jugo de higo.

A veces multitasking, plano en una mano, diagnóstico médico en la otra.

Un multitasker milenario, o sea, usted fue el primer hombre orquesta, le faltaba inventar el wifi.

Wifi, no sé, pero diseñábamos con precisión milimétrica.

Usábamos cuerdas tensadas, plomadas, reglas de madera y el ángulo sagrado de 345, lo que ustedes llamarían el teorema de Pitágoras.

Siglos antes de Pitágoras.

Él nos copió.

Bueno, no directamente, pero casi.

O sea que los egipcios ya hacían trigonometría, sin calculadora, y encima con 40 grados al sol, cocodrilos en el río y un faraón diciendo, más alto Imhotep, más alto.

Exacto.

Y aún así, la pirámide escalonada sigue en pie, más que algunos edificios modernos que no sobreviven ni a una paloma gorda.

¿Y cómo organizaban a miles de trabajadores? ¿Hoy apenas logramos ponernos de acuerdo en un grupo de WhatsApp? Nosotros teníamos jerarquías muy claras, supervisores en cada nivel y algo infalible.

Motivación a base de pan, cerveza y días de descanso religiosos.

Hasta teníamos médicos en la obra y sin sindicatos.

Aunque los obreros a veces hacían huelgas, eso sí, huelgas muy civilizadas, con papiros, no con tuits.

¿Y las herramientas? Pinceles de cobre, sierras de obsidiana para cortes más precisos y trineos con arena húmeda para mover piedras.

Hoy lo llaman ingeniería experimental.

Nosotros lo llamábamos hacer que funcione o te regaña el faraón.

Impresionante, o sea que aplicaban ingeniería, geometría, organización logística y hasta ergonomía en el 2700 a.C.

Y todo eso sin levantar sospechas de alienígenas, hasta que llegaron ustedes.

Imhotep, además de ser el arquitecto más famoso del Antiguo Egipto, también fue médico.

¿Cómo es eso de construir pirámides por la mañana y curar enfermedades por la tarde? ¿Tenía horarios de oficina o funcionaba con cita previa y jeroglífico? En el templo de Sekhmet, la diosa de la sanación, no había cita previa, solo mucha paciencia.

Los diagnósticos empezaban con la frase, «Nedjeher, Sebek, muéstrame tu dolor».

Y luego ya veíamos si necesitabas una pomada.