DESCÁLZATE | Homilía 3º Domingo de Cuaresma 224m6q

El Señor esté con vosotros.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.

En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los Galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.

Jesús respondió, ¿Pensáis que esos Galileos eran más pecadores que los demás Galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no, y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo.

O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató.

¿Pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no, y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Y les dijo esta parábola.

Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.

Dijo entonces al viñador, Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro.

Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno? Pero el viñador respondió, Señor, déjala todavía este año, y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante.

Si no, la puedes cortar.

Palabra del Señor.

Querida familia, el tiempo de cuaresma es un tiempo para hacer memoria, para recordar la historia de la salvación, la historia que Dios ha hecho con el pueblo de Israel, la historia que hace hoy viva con cada uno de nosotros.

Mirad, las lecturas de este tiempo de cuaresma no es que estén seleccionadas de manera aleatoria.

Los expertos en liturgia que prepararon estas lecturas para cada año, el año A, el año B, el año C, estamos en este año C, siguiendo a San Lucas, en cada año nos han regalado con una especie de pedagogía, de itinerario, para poder ir descubriendo mejor nuestra fe y la Sagrada Escritura, la Biblia, la historia que ha acontecido y que se nos hace hoy presente y viva a nosotros.

Pues mirad, en este año C, en este ciclo litúrgico, las primeras lecturas de cada misa del domingo, hoy la revelación del nombre de Dios a Moisés, recuerdan grandes momentos de la historia de Israel, de la historia de la salvación.

La semana pasada, si nos acordamos, vimos esta llamada a Abraham, esta alianza que hace Dios con Abraham, esta promesa, grande será tu descendencia.

Y hoy hemos visto cómo Dios ha revelado su nombre, cómo Dios, el Dios que estaba escondido en los cielos, el Dios que había llamado a Abraham, el Dios que le había prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob, a los patriarcas, protegerlos y darles una tierra, una descendencia, estamos ante una escena fundamental, de las más importantes del Antiguo Testamento.

Y es el momento en que Dios, digámoslo así, sale de su escondite, sale de la penumbra y se muestra a la humanidad a través de esta palabra dirigida a Moisés.

Si nos acordamos, Moisés, este niño hebreo, que para que no lo maten, lo ponen en una cesta, lo mandan por el río Nilo, lo rescata la hija del faraón, se cría con los hebreos y luego cuando es ya más mayor, vuelve para ser una especie de aristócrata egipcio y vive en la corte real.

Y qué es lo que pasa Moisés, viendo un día cómo el faraón explota a su pueblo, cómo el faraón está oprimiendo a sus hermanos hebreos, pues intentando defender a unos obreos acaba matando a un egipcio y huye de Egipto corriendo y estará un tiempo en el desierto purificando su corazón, como este tiempo de cuaresma es para poder purificar el corazón y ver todas las cosas que no nos hacen bien, que no nos sobran, que no nos permiten acercarnos a Dios.

Y cuando Dios considera el momento oportuno para esta misión de Moisés, tiene lugar este momento.

Lo digo para un poco poder situarnos, porque a veces venimos a misa y entre los móviles que suenan aquí en esta parroquia es que nunca suena ningún móvil, de lo cual yo estoy muy contento.

Pero en otras parroquias me dicen los curas que suenan muchos móviles y es difícil seguir las lecturas.

Entonces aquí tenemos esta gracia.

Y entonces viene Moisés y qué es lo que pasa.

Lo primero, el primer mensaje de esta lectura de hoy, hoy el Evangelio me lo va a permitir el evangelista San Lucas, que como es tocallo mío no creo que se enfade, pero me parece muy potente para este tiempo que estamos viviendo el entrar en esta primera lectura.

Lo primero, no hace falta que seas perfecto para que Dios te llame, para que Dios te hable, para que Dios transforme tu vida.

Muchas veces tenemos una concepción muy mundana.