La Batalla de las Colinas de Seelow Zhukov A las Puertas de Berlín. 1o5i2i

25/04/2025

La batalla de las Colinas de Seelow fue la última acción defensiva en el Frente Oriental antes de...

La batalla de las Colinas de Seelow fue la última acción defensiva en el Frente Oriental antes de la Batalla de Berlín entre la Alemania Nazi y la Unión Soviética, que trajo como consecuencia directa la ruptura de la última línea de defensa previa a la ofensiva del Ejército Rojo sobre la capital del Reich.

Trasfondo:
Hasta el inicio de 1945 el Frente Oriental se había mantenido relativamente estable desde agosto de 1944 tras las consecuencias de la Operación Bagratión. Rumania y Bulgaria habían sido forzadas a rendirse y declarar la guerra a Alemania, además los alemanes habían perdido Budapest y la mayor parte de Hungría. De esta manera el llano polaco fue abierto al Ejército Rojo.

Los comandantes soviéticos, después de su inacción durante el Alzamiento de Varsovia, avanzaron finalmente sobre la capital polaca en enero de 1945. Durante 3 días, con un amplio frente, cuatro ejércitos soviéticos comenzaron una ofensiva a través del río Narew y desde Varsovia. Después de cuatro días de lucha el Ejército Rojo logró vencer la resistencia alemana y comenzó a moverse hacia el oeste, recorriendo hasta 40 kilómetros por día, tomando los estados bálticos, Dánzig, Prusia Oriental, Poznan, trazando un nuevo frente a solo sesenta kilómetros al este de Berlín, a lo largo del río Óder.

Un contraataque fallido llevado a cabo el 24 de febrero por el recién creado Grupo de Ejércitos Vístula, bajo el mando nominal de Heinrich Himmler, permitió al Ejército Rojo apoderarse de Pomerania y eliminar toda la resistencia en la orilla derecha del Oder. Mientras tanto en el sur, los continuos intentos alemanes de levantar el sitio de Budapest fallaron y finalmente la ciudad cayó ante los soviéticos el 13 de febrero. A pesar de que la derrota era inevitable Hitler seguía ordenando contraataques imposibles, así como la ejecución de tareas irrealizables. A comienzos de 1945, Hitler ordenó una ofensiva en Hungría para recuperar los pozos de petróleo al sur de Budapest, y formar una barrera contra los soviéticos al oeste del Danubio, para proteger a Viena del embate soviético. Conocida como ofensiva del Lago Balatón; cuyo nombre en clave era Unternehmen Frühlingserwachen, en español Operación Despertar de Primavera, fue un desastre desde la planificación. De hecho, Hitler esperaba que la ofensiva alemana avanzara entre 30 y 50 kilómetros hasta el río Danubio, que destruyera al III Frente Ucraniano (tres veces mayor que las fuerzas germanas que lo atacarían, mayormente tropas de las Waffen SS) y que después esas mismas fuerzas hicieran retroceder al II Frente Ucraniano al norte de la capital húngara. El 30 de marzo los soviéticos entraron a Austria y el 13 de abril tomaron Viena.

A pesar de que la producción militar alemana había caído a niveles desesperantes y las reservas de combustible eran más que insuficientes, las tropas alemanas peleaban con mayor fiereza que nunca y por diversas razones. El fanatismo nacionalista y anticomunista, la humillación que suponía una rendición incondicional y los millones de refugiados que iban a ser capturados por los soviéticos eran las principales razones que tenía el soldado alemán para oponer resistencia al Ejército Rojo. De esta manera la ofensiva hacia Berlín resultaba más lenta de lo que a Stalin le gustaba. Además la negativa de Hitler a abandonar la capital del Reich obligaba a los generales alemanes a defenderla a todo costo, ya que habían hecho un juramento de lealtad al Führer, el cual también había ordenado no evacuar la ciudad.

Stalin por su parte, hacía creer al máximo jefe de las tropas del Frente Occidental, el general estadounidense Dwight D. Eisenhower que la ofensiva sobre Berlín era una distracción para una real ofensiva sobre Dresde y que la última guarida de los nazis estaba indudablemente en Baviera cuna del nacionalsocialismo y en el Alpenfestung (fortaleza alpina), en vez de en Berlín.[cita requerida] Al mismo tiempo Stalin instaba a los generales Zhúkov y Kónev a tomar la capital del Reich lo más pronto posible para capturar todo lo posible de tecnología nazi de la capital. Durante un tiempo los estadounidenses planearon enviar paracaidistas sobre Berlín para capturar la urbe, pero Eisenhower (y el mando militar de los EE. UU.) no tenía deseos de sufrir bajas para capturar una ciudad que quedaría irremediablemente enclavada en la zona de ocupación soviética según la Conferencia de Yalta. Asimismo, para el gobierno de EE. UU. era mucho más importante en ese momento la Guerra en el Pacífico contra Japón.

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