Tecnología y poder 3g2p1s

Un apagón histórico nos ha mostrado lo vulnerables que somos y lo discutible que es el concepto de seguridad cuando pensamos únicamente en términos militares.

La del pasado 28 de abril fue, para la mayor parte de España y Portugal, una jornada muy larga sin conectividad, sin la capacidad de comunicarnos vía telemática, ni enviar mensajes, ni consultar redes, ni sitios web para informarnos.

Un día de nuestras vidas a ciegas que ha servido al menos para darnos cuenta de lo dependientes que somos de nuestras conexiones digitales.

La radio a pilas nos enseñó el camino de la autonomía. El 4G y el 5G, en esas horas bastante complicadas, no sirvió de mucho.

Ahora que ya hemos recuperado la normalidad y corremos el riesgo de olvidar qué lejos nos puede llevar la tecnología y al mismo tiempo cuántos años hacernos retroceder de golpe, es un buen momento para tratar de mirar más allá de nuestros teléfonos móviles y de las redes.

¿Qué hay detrás? ¿Qué nos dicen del nuevo orden mundial que se está configurando? La Primera Guerra Fría nos enseñó que la disuasión militar fue efectiva para evitar un desastre nuclear.

El mundo estuvo rozando en varias ocasiones el estallido de un nuevo conflicto bélico a gran escala, pero se quedó en eso.

Ese orden ahora está saltando por los aires ante nuestros ojos estos días.

Y China rivaliza con Estados Unidos en una escala tan evidente y tan potente que hay expertos como Robin Niblett que señalan que hemos entrado ya de pleno en una nueva etapa de nuestra era, en la Segunda Guerra Fría.

No solo es la batalla por la riqueza y por el avance económico, es el combate por la tecnología como una herramienta primordial para ejercer el poder.

La batalla tecnológica nos neutra es un choque de modelos con valores muy distintos que están transformando nuestro tiempo y a la que Europa asiste muda.

Hoy abrimos nuestra conversación de los europeos con una reflexión sobre tecnología y poder, sobre la batalla que está cambiando el mundo y sobre el papel que tiene que jugar la Unión Europea para garantizar su existencia.

Bienvenidas y bienvenidos a esta nueva mesa del Café Aspen del Aspen Institute España.

Estás escuchando a los europeos, Luis Blanco en el sonido, delante del micrófono Iñigo Alfonso.

Vamos a comenzar hoy por el origen, por la visión ética de lo que acontece, que es la mejor manera de construir un presente que merece la pena.

El mundo de la inteligencia artificial es irreversible y es preciso vivir en él de forma inteligente desde el punto de vista humano.

Firma esta primera reflexión del programa Adela Cortina.

Adela Cortina, hay que leerla, nos ayuda a reflexionar sobre la perspectiva ética de nuestra vida y plantea retos muy interesantes sobre nuestro presente.

Su último trabajo se titula Ética o ideología de la inteligencia artificial.

Y en él reflexiona sobre un avance tecnológico que puede ayudarnos sí, pero que exige una reflexión previa.

Como todas las preguntas relacionadas, dice, con la ética. ¿A dónde queremos ir? ¿A dónde queremos llegar con ella? Esta es probablemente una pregunta sin respuesta ahora mismo.

José María Lasalle. Hola, José María. Encantado de escucharte de nuevo. Bienvenido a nuestro Café Aspen.

Pues aquí estoy, encantado de compartir este momento con vosotros y contigo en particular.

En el libro Civilización Artificial, José María reflexiona sobre esta relación a veces problemática, muy problemática entre los humanos y las máquinas.

Hoy los europeos estamos preocupados, José María, por el avance de la inteligencia artificial.

Hay una ley, pero pocos desarrolladores. Hay una carrera tecnológica entre China y Estados Unidos.

Recuperando a Adela Cortina, ¿sabemos a dónde queremos llegar? ¿Qué límite debe tener la inteligencia artificial? Bueno, este es el principal problema. No sabemos a dónde queremos llegar y tampoco tenemos claro cuáles han de ser los límites.

Porque es una tecnología tan disruptiva y tiene un componente tan utópico en su ADN que hace que no tengamos clara la consciencia de a dónde nos puede llevar.

Porque la propia herramienta tecnológica ha nacido como una voluntad de poder y una creación esencialmente utilitaria.

Y estos factores no ayudan a esos objetivos aristotélicos entre comillas de los que habla Adela.

¿Hasta qué punto la inteligencia artificial es una tecnología transformadora para nuestra vida? Lo es en la medida en que puede convertirse en sustitutorio.